Me sorprenden como pueden cambiar las cosas, a veces incluso, en un abrir y cerrar de ojos. Como una persona que hasta entonces había creído que el amor era unas estúpidas reacciones químicas, puede llegar a enamorarse de un completo desconocido. Bueno, de cierta forma quizás el verbo no es el más adecuado en este caso, mejor digamos gustar más de lo que ella pensaba, o más bien quería.
Y ha sido tan duro el camino recorrido para llegar a una conclusión resumida en unos simples párrafos, letras bonitas y colores vivos, que ni siquiera recuerda como comenzó todo.
Quiere creer que por un inocente juego de miradas, que a medida se convirtió en algo mucho más complejo. Era como si con cada profunda mirada pudiese leer en su corazón, como si esas miradas fuesen un cruce de pensamientos constantes.
Pero claro, algo tan bonito no podía durar mucho, y de repente, eso lindos ojos verdes dejaron de mirarla y sus sentimientos pasaron a chocar contra un muro infranqueable. Y ella, tonta de si, se preguntaba los motivos de aquel desconcierto como si su subconsciente fuese a responderle algo que ahora que sabe, prefiere no recordar.
Porque si en ese instante lo hubiese tenido en cuenta, ahora quizás no sentiría esa presión de la nada como estalactitas sobre su cabeza. A pesar de ello, no le importa, ya que al fin y al cabo esto sólo es algo pasajero y de todo lo malo siempre se saca algo bueno. Sentimientos antes inexistentes, formas de vida diferentes…, aunque sin duda lo que más aprecia es el valor que inexplicablemente salió de algún lugar para poder expresar lo que sentía. Unos lo llaman adrenalina, pero ella prefiere llamarlo libertad.
Y es que aquel día fue libre para decir lo que había en esa pequeña cajita aturullada de sentimientos, y aún hoy es algo de lo que no se arrepiente. Aunque en cierta manera, Julietta nunca se ha podido arrepentir de nada, porque si lo ha hecho sus razones tendría, a pesar de que algunas sean incomprensibles para la propia razón.
