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No toda la gente errante anda perdida.

viernes, 24 de abril de 2015

A lo que me dejas(te) ser.

El pasado inspira, o eso dicen. Y para lo poco que supe de ti, escribí tantas cartas que perdí la cuenta en la cuadragésima sexta de despedida, justo después de quemar otras cincuenta y siete más. Quizás esperaba leérselas al mar algún día. O que la lluvia se llevara consigo aquello que el Sol quiso ser. No sé. Quién sabe. Seguimos sin tener "nada que ver", pero sigues aquí. Dándole de qué hablar a los vecinos. Casi siempre dejando a deber despertares como Marc Meier.

Quizás aquello de "carretera y manta a Missouri" no siempre se te dio bien. Quizá tus vueltas con la primavera de cada marzo infernal nunca fueron. Quizá tan inefables como etéreas dejaron de ser. Eso sí, algo aprendí de ti. De tus supuestas idas y venidas. A encontrarme, quizás. Tarde, y a tiempo. No sé. La costumbre de perder y de perderme en mí. La costumbre de preparar despedidas y de olvidar el que "te vaya bonito". Me preocupa. ¿Qué va a ser de ti cuando se me acabe la tinta? Si no puedo vivir de la traducción, viviré de de tu sombra, solía decirme. ¿Y ahora qué? Brindemos, tal vez. Brindemos por mi incapacidad para perderte de vista. Celebra tu querer por curar mis daños. Mientras yo procuraré permanecer. Permanecer en aquello que me dejaste ser.

Eso es. A lo que me dejaste ser, rubio.