Sé que
andas enfadado conmigo. Sé que puede que nunca me perdones. Pero escucha, en
esta historia siempre hubo dos culpables. Dos necios intentando hacerse daño.
No podíamos quedar segundos, debíamos estar en lo más alto de aquel podio
invisible. Eh, chaval, date cuenta ya. Date cuenta que aún me ahogas en
recuerdos. Esos que un día no podíamos parar, y ahora parecen vueltos del
revés. Entonces, los reproches llegaron. Negar, la primera opción. Negar los
errores y dudas, aquellos tormentos. Fue difícil admitir que habías perdido ya
la inocencia. Mentir, la segunda. Qué mentira más grande la tuya. ¿La tercera?
Hablan de superar. Desconozco si en tu caso llegó a ocurrir alguna vez. ¿En el
mío? Quizás todavía sigo esperando.